Gracias a la Ley de Violencia de Género y las nefastas consecuencias sociales de este país de pandereta, el derecho a la justicia sin discriminación de sexo, el partidismo ha convertido a la mujer en la Espada de Damocles del hombre, cualquier otra virtud y derecho se ha diluido en el peligro que representamos pudiendo utilizar esa ley como la roca Tarpeya por la que legalmente, el feminismo radical arroja a los varones, ignorando los derechos que como personas les asisten.
En la antigua Roma, junto a la colina Capitolina, una gran pendiente por la que arrojaba a los delincuentes y traidores, Tarpeya se mostraba como símbolo de que todos los que no cumpliesen los decretos del gobierno, terminarían sus días arrojados por ella.
Seguro que a causa de mis palabras y mi insistencia en este tema conseguiré, no es la primera vez, que se levanten voces en mi contra convirtiéndome en detractora de la necesidad que existe en la protección de la mujer.
Las víctimas cantan, nadie puede negar que las mujeres siguen muriendo como una demostración más de que la ley no sirve como protección y sin embargo deja víctimas inocentes entre los hombres limpios de delito, que precisamente por no ser delincuentes, no tienen la más mínima prevención y conocimiento de cómo evitar pasar a formar parte de la lista de maltratadores en cualquier juzgado.
Los verdaderos delincuentes conocen los derechos que la justicia les otorga. El hombre víctima de denuncia no sabe que tiene derecho a acogerse al Hábeas Corpus, para evitar pasar al calobozo y salir de el como un maltratador, aunque la denuncia se archive por falta de pruebas que la confirmen.
El
hábeas corpus es una
institución jurídica que garantiza la libertad personal del
individuo, con el fin de evitar los arrestos y detenciones arbitrarias. Se basa en la obligación de presentar a todo detenido en un plazo perentorio ante el
juez, que podría ordenar la libertad inmediata del detenido si no encontrara motivo suficiente de
arresto.
Este término proviene del
latín hábeās corpus [ad subiiciendum] ‘que tengas [tu] cuerpo [para exponer]’, "tendrás tu cuerpo libre" siendo
hábeās la segunda persona singular del presente de
subjuntivo del verbo latino
habēre (‘tener’).
También puede decirse que tutela los
derechos fundamentales derivados de la
vida y la l
ibertad frente a cualquier acto u omisión de cualquier autoridad, funcionario o persona, que pueda vulnerar dichos derechos.
Las estadísticas oficiales de mujeres y hombres en España que son las que básicamente estan sirviendo de base para las actuales políticas de género son CIENTÍFICA Y ESTADÍSTICAMENTE INCONGRUENTES POR NO DECIR FALSAS, lo que queda justificado con los siguientes argumentos:
El
arresto es una medida de privación de la libertad contemplada en las
leyes, que posee diversos objetivos: como
medida cautelar personal dentro de un
proceso penal; como medida de apremio para el cumplimiento de ciertos actos; o como
sanción punitiva.
El arresto propiamente dicho es la acción de la
policía, o de alguna persona que actúa bajo orden de la ley o del
Estado, para tomar a una persona bajo custodia, de forma que estén en disposición de contestar a la acusación de un
delito. En muchos sistemas legales, el arresto requiere la información a las personas de que se encuentran bajo arresto.
No es necesario que se espose o inmovilice al sujeto para que se encuentre arrestado. Tampoco es estrictamente necesario que se le ponga en
custodia en dependencias oficiales, dado que existen medidas menos drásticas, tales como el
arresto domiciliario.
Si bien el arresto no tiene por qué llevar a la imposición de una pena privativa de libertad, el arresto en sí mismo puede tener efectos muy perjudiciales para el sujeto que lo sufre, tales como la pérdida del empleo por incapacidad de acudir a trabajar, o pérdida de posición social.
La Ley de Violencia de Género define la violencia como algo exclusivamente femenino. la Real Academia de la Lengua define género, común a hombre y mujer a los que diferencia el sexo. Según esta ley, el hombre no sufre violencia de género.
Se llega de esta forma a las políticas discriminatorias, se mezcla la violencia de género con la violencia doméstica y la primera consigue generosas aportaciones económicas para todo el negocio que se ha montado, apoyado en una mentira legalizada convertida en dogma.
La violencia doméstica por desgracia ha existido siempre contra mujeres, hombres, ancianos y niños y el propio Ministerio de Justicia en el año 2005 intentó la reforma del Código Civil constatando que la mayoría de los casos de violencia en la familia se ejercían durante los procesos de separación y divorcio.
La reforma quedó sin efecto, las políticas partidistas dogmatizaron la violencia como algo de lo que la mujer debía ser protegida dejando al resto de colectivos sin la prevención y dotación económica que las asociaciones y el negocio feminista ha ido creando alrededor de esta falacia.
El mito de las Amazonas se ha hecho realidad sin necesidad de mutilarse un seno para no estorbar al arco con el que disparaban: ahora la ley y los Presupuestos Generales del Estado se han convertido en las balas de cañón con las que entre otras cosas, organizan campañas convenciendo a la ciudadanía de que la mujer, siempre es una santa perseguida. Es vergonzoso ver cómo se utilizan las terribles estadísticas de mujeres asesinadas para esconder el verdadero motivo de tantas asociaciones.
El poder jurídico y económico del NEGOCIO DEL DOLOR no es tan riguroso cuando se trata de dar a conocer las estadísticas de los efectos en el sexo masculino, ni los hombres víctimas de violencia en su propio hogar, ni las consecuencias de una persecución tan despiadada que llevan en demasiadas ocasiones al suicidio.
En esos casos el suicidio se contempla como una desgracia sin tener en cuenta cuantos han sucedido entre hombres inmersos en un proceso de divorcio humillante, víctimas de un rosario de denuncias, que quedan sin efecto pero convierten la vida de los perjudicados en algo tan insoportable que sienten como única salida, terminar con su vida.
La Red de Institutos de la Mujer (Centro Reina Sofía), que es un referente para el estudio de la violencia, no contempla la infligida al hombre y de manera arbitraria contempla al niño y las personas mayores o dependientes.
En el año 2007 el Ministerio del Interior deja de ofrecer datos sobre violencia doméstica ejercida por mujeres sobre hombres. Las estadísticas pasan a ser confeccionadas por el Consejo del Poder Judicial, formado por mujeres juristas.
Sin embargo a pesar de ocultarse las estadísticas de hombres perjudicados, la lista de mujeres víctimas de violencia no decrece. La ley de Violencia de Género demuestra además de la inconstitucionalidad, la ineficacia en la que justifica su creación.
Las políticas de Género han reformado el Código Penal y Civil que no contempla el derecho a la igualdad penal ante la ley, la presunción de inocencia de un denunciado (juzgados de violencia contra la mujer) las asociaciones de mujeres son subvencionadas año tras año con el dinero de todos, hombres y mujeres.
Por el contrario las políticas sociales de la familia han sufrido una merma escandalosa de la que se han beneficiado todas las asociaciones feministas hacia los que se han canalizado todos los recursos económicos. Casas de Acogida, puntos de encuentro, celebraciones en torno a la mujer, campañas sexistas, oficinas de ayuda en las que solo se atiende a mujeres, cursos de formación basados en ideología de género. Todo ello como captación del voto femenino.
Sin olvidar el dinero que emplean en propaganda, para tildar a todos los que nos manifestamos, hombres y mujeres en contra, como machistas a los que no nos importa la violencia ejercida contra la mujer.
Si dedicamos unos segundos de reflexión, podremos imaginar los problemas psicológicos ocasionados a los menores, a consecuencia de la pérdida de uno de sus padres, de forma tan trágica, y que se esta viendo reflejado en los colegios, perdiendo los valores y siendo un gran problema en esta sociedad.
Escucho de vez en cuando alguna persona decir que los jóvenes de hoy, son la escoria del mañana y también alguno que dice: ¿Será posible que nos autodestruyamos nosotros mismos? Algo que ya me había comentado un psicólogo convencido de que esto seria así. Ahora se han montado el tema del aborto con el que destruirán psicológicamente a muchas niñas.
Un Estado que como prevención detiene a un hombre denunciado sin que exista prueba de delito, investigación policial, por una denuncia de su pareja o ex pareja no puede llamarse Estado de Derecho, vulnera los más sagrados derechos de un ciudadano hombre, que se ve conducido como un criminal hasta calabozos, sometido a juicio rápidos, atendido por abogados de oficio que no cumplen con la obligación de informarles de lo que firman.
Esos hombres salen del calabozo como maltratadores, privados de su derecho a ser padres, con secuelas físicas y psíquicas que en muchos casos no superarán nunca, inhabilitados ante la sociedad por juicios mediáticos que las campañas feministas se encargan de promover entre la opinión pública con el dinero de todos. La monstruosidad de esta ley no queremos verla, dentro de no muchos años pagaremos sus consecuencias y las madres se plantearán si tener un hijo varón le garantizará el derecho a la justicia.
Si mi abuela levantase la cabeza, seguro que no entendería como hemos llegado desde el rancio machismo, hasta la crueldad de un feminismo que parece guiarse por la venganza del trauma de algunas mujeres que encuentran en esta Inquisición de Género, la recompensa.
Nota. He preparado una extensa tabla con datos oficiales sobre las muertes de hombres y mujeres, los suicidos y el impacto en los niños desde 1999. En cuanto esté preparada la cuelgo. Pero ya adelanto algo: el propio CGPJ ya recoge estadísticas que demuestran que la violencia no tiene género.
Por Paula Ballesteros